martes, 23 de mayo de 2017

Reciclar




El otro día, tras una acalorada caminata y después de una buena ducha, me dispongo a preparar un tentempié para lo que cojo un sobre de plástico de lonchas de jamón. Tras varios intentos de abrirlo con la mano, desisto y busco una tijera porque no es posible hacerlo de otro modo (ni te cuento si no dispones de semejante artilugio o de una excelente dentadura) cuando por fin quedan las lonchas al descubierto intento separar la primera de ellas, cosa que me resulta imposible hasta que me percato de que se halla cubierta de una finísima lámina de plástico que debo retirar si quiero alcanzar el jamón, así lo hago pero cuando quiero retirar una segunda loncha, compruebo que la finísima lámina tras dar la vuelta cubre igualmente la segunda y la tercera, la cuarta, y...(tengo que deciros que mis tentempiés tienen mucha contundencia) Total, que en el sobre hay tanto plástico como jamón.
 
  Cuando ya estoy disfrutando de mi merecido tentempié me da tiempo a recordar que, cuando de chaval me mandaban a hacer recados a la cooperativa de la Cerrajera y si alguna vez había que comprar jamón, (algún evento) se disponía directamente sobre un papel (sin plastiquito adhesivo) y seguía estando la mar de bueno y sano.
 
  Al hilo de eso, me acuerdo que para hacer la compra, disponíamos de una gran bolsa (la famosa “bolsa de la compra”) sin la cual no se entendía salir a hacer la misma.
 
  Si era bacalao, envuelto en papel, si eran garbanzos en una bolsa de papel, si eran fideos, en papel, si eran embutidos, papel, si pescadillas, papel, si huevos, bolsa de papel o huevera de red metálica si eran frutas o verduras, directamente a la bolsa. No recuerdo que se utilizara plástico para nada y mucho menos esos extraños derivados del mismo como porexpan, polímeros, polietilenos, etc. que vete a saber..... .
 
  Una vez en casa, en la medida de lo posible sobre todo las bolsas de papel las utilizábamos para los más variados menesteres y lo que no, al fuego de la cocina económica, junto con todos los restos de comida y todo aquello que se había convertido en inservible o molesto lo cual era inmediatamente convertido en ceniza para finalmente retirarla con una pala al cubo de estaño de la basura y una vez lleno lo sacábamos al portal de donde el basurero la retiraba.
  No soy ningún joven pues estrené el presente siglo con casi 50 años pero he vivido para conocer el brutal cambio en el envasado de los productos alimenticios y la enorme producción de residuos que ello ha generado con todo el coste que acarrea su eliminación. Conocemos bien sus inconvenientes y sus nefastas consecuencias para el medio ambiente.
 
  Tampoco quisiera que me tomarais por un talibán antiplásticos que ansía su desaparición. Pero, (salvando lo de la cremación), acaso ¿No podríamos hacer un poco más de lo que hacemos...?
 
  Tengo unas preguntas: ¿Tan malo y costoso era aquello? ¿De dónde y porqué surge esa desmesurada sobreutilización del plástico? ¿A quién beneficia? ¿Nos ha mejorado la salud? ¿Realmente nos facilita la vida? ¿Nos merece la pena?
 
  ...y tantas otras.

Jose Angel Barrutiabengoa
AZE Kidea
 

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