viernes, 19 de mayo de 2017

Jubilatus Sempervirens Una nueva especie.




  Sí, ha surgido una nueva especie cuya similitud con el Homo Sapiens es palmaria, pero que presenta unas características peculiares y claramente diferenciadoras que la alejan del mismo.
   Si bien a lo largo de gran parte de su vida no existe diferenciación entre ambas, es en el último tercio de la misma, especialmente a partir de los 65 años  en los últimos años se viene apreciando un claro descenso de esa edad  cuando se manifiestan de una manera explosiva los primeros síntomas de la transformación.
 
   En su aspecto exterior continúan siendo indiferenciables del resto, por lo que nadie advertirá la mutación hasta comprobar sus sorprendentes resultados.
   A partir de la citada edad, o antes como hemos visto, el homo sapiens hasta ese momento mayormente  trabajador, comprometido, familiar, asentado y algo agobiado, comienza una brutal metamorfosis activada por algún desconocido mecanismo interno que le obliga a salir, moverse, desplazarse, viajar en una vorágine sin sentido cual pollo sin cabeza.
   Su resistencia física es comparable a los atletas olímpicos, siendo capaces de transportar y manipular pesadas maletas y trollers largas distancias sin aparente esfuerzo. Su organismo se adapta vertiginosamente a la nueva situación. El aparato digestivo se refuerza y fortalece hasta el punto de digerir cualquier materia imaginariamente alimenticia. La circulación mejora de tal manera que les permite largas paradas ante las supuestas maravillas. El aparato locomotor se reactiva consintiendo prolongadas caminatas tras las sufridas guías turísticas.
 
   Esas características y desplazarse siempre en grupo las convierte en invencibles fuerzas invasoras, de hoteles, comercios y transportes.
 
    Resulta estremecedor contemplarlas en cualquier sufrida ciudad o paraje tras el erguido paraguas de la guía turística recorrer un trazado que otros muchos congéneres suyos han dejado marcado con anterioridad. Ello les provoca un apetito voraz por lo que su aparición en el comedor del hotel puede resultar escalofriante, ocupan grandes espacios que inmediatamente se llenan de hambrientos y ruidosos susurros y comentarios. El servicio conocedor de sus costumbres ha preparado un sólido menú que es devorado de inmediato, cual plaga de langosta en trigal. Un breve receso para afilar los colmillos de sus poderosas mandíbulas y nuevamente en marcha tras el paraguas.
    A continuación transcribo un fragmento de conversación de sobremesa, escuchada furtivamente a dos mutantes tras ingerir un bistec que Charlot en la “Quimera del oro” hubiera desechado.

-...¿Qué os ha parecido la comida
    -¡Muy bien! ...¡Jo!. Tenías que haber visto la que nos dieron el mes pasado en Lanzarote.   
-¿..eh Carmen? casi no pudimos ni tragarla.   No, si no digo que esté mala. Es solo que me estoy arreglando la dentadura y…
-Pues en Croacia nos sacaron un plato de carne negra que hubiera acabado con tu dentadura. Menos mal que el postre y aquel vino extraño ayudaron a hacer argamasa. ¡Que si no...!
-Pues a mi en Italia, me sacaron un pescado casi crudo que casi se veían mover a los anisakis
-¿Y te lo comiste?
-¡Hombre claro.! 
-Pues nosotros el sábado salimos hacia Benidorm...

  Sí, desde luego es una nueva especie. Atentos a ellos que, cada vez son más.

Jose Angel Barritiabengoa
AZE kidea
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario