lunes, 26 de septiembre de 2016

Unir el Cantábrico con el Mediterráneo. ¿Un sueño?




¡Pues parece ser que no! Existe documentación que nos dice que las aspiraciones de unir el Cantábrico y el Mediterráneo vienen de bastante lejos. La idea de hacer una canal navegable que uniera estos dos mares para así tener que evitar que los barcos dieran  toda vuelta a la península, ya rondaba por las cabezas de nuestros antepasados y las primeras noticias datan del año 1535.  A lo largo de los años se analizaron diferentes alternativas y todas ellas aprovechaban, como es de suponer la mayor parte del cauce del río Ebro. Sabemos que se hicieron varios viajes para analizar el terreno. El canal se haría a base de exclusas y había que estudiar las posibilidades que ofrecía el terreno de recoger y embalsar agua, para que la navegación fuese posible en todas las estaciones del año.

Por lo menos se barajaron tres alternativas para la construcción del canal. La que primero se deshecho, fue la que llegaba hasta la costa de Cantabria. Era la más larga, la que mayores dificultades orográficas presentaba y por tanto, la más cara.

La opción preferida por los técnicos de la época, se propuso por tierras navarras. Comenzando el canal a la altura de Tudela, se llegaría hasta el río Aragón. Luego por las riveras del Arga, se llegaría hasta Pamplona. El objetivo era llegar a Lecumberri, desde donde se bajaría al mar Cantábrico. Se entraría a Guipuzcoa por Lizarza, luego se llegaría a  Tolosa, se empalmaría con el río Oria, para llegar finalmente al puerto de Orio.

Pero la opción tercera que conocemos y que no prosperó, afectaba a nuestro valle de forma importante y por eso que nos detenemos un poco más en ella.
A la altura de Zambrana, se empezaría a construir el canal, hasta encontrarse en tierras de Vitoria con el río Zadorra. Desde Vitoria, el canal nos llevaría hasta Salinas de Leniz, una obra que no tenía muchas dificultades con el terreno. Aprovechando las recogidas de agua del Valle de Leniz y el cauce del río Deba, el canal bajaría por todo el valle, hasta llegar al puerto de Deba. No nos imaginamos lo que esta idea habría podido suponer para nuestra comarca, de haberse llevado a cabo, Lo que si conocemos es que esta obra se desestimo frente a la opción Navarra, porque era unas cuantas leguas más larga y porque la recogida de aguas de todo el recorrido, no garantizaba un llenado de las exclusas, para que la navegación fuera un éxito.

Todo esto que acabamos de contar de forma muy resumida, esta recogido en un documento fechado el 2 de diciembre de 1788 y que está escrito y firmado de su puño y letra por Santos Angel de Ochandotegui e Ytuño. Este documento pertenece al  archivo de la Excelentísima Diputación Foral de Navarra  y se puede consultar  en la sección de Canales y Regadíos.



Bibliografía:  
Libro: 200 años después  (Jose García Esteban).
Edición: Iruñeko Udala – Ayuntamiento de Pamplona.