miércoles, 18 de marzo de 2015

SANGUINOLENCIAS




Sí, ya sé que no es una palabra muy al uso, pero describe con exactitud los hechos que a continuación voy a narrar, todos ellos rigurosamente ciertos, entresacados de la documentación existente en el archivo municipal de Mondragón.
26 de Febrero de 1699. En el lugar conocido como Azula (antiguo camino a Oñate) asaltaron por hurto a Juan de Sarasúa, vecino de Mondragón, derribándole del rocín, le vendaron los ojos con la corbata que llevaba en su cuello y le arrojaron rodando jaral abajo, atado de pies y manos. Se siguió una causa criminal que no dirimió el asunto y por lo tanto no se hallaron culpables.
Ese mismo año, el cuatro de Abril fue ejecutado Asensio de Olabe y su cuerpo hecho cuatro pedazos, se le expuso en los caminos públicos. La Cofradía de la Vera Cruz suplicó recoger dichos despojos para sepultarlos en la iglesia de la Magdalena, como así lo hicieron. El cabildo, con tres capas, cetros, etc. condujo dichos restos hasta la iglesia donde se les dio cristiana sepultura.
El año 1809 el Comandante de armas francés Cavaille se encontraba al mando de la guarnición que ocupaba Mondragón, fusiló una noche a Vicente Leanizbarrutia (natural de Aramayona) después de haber recibido 12 onzas de oro por su rescate y solamente porque le contaron que un hijo de éste, preso también en Vitoria, había comentado que, cuando saliera de la cárcel, mataría a Cavaille.
Por supuesto no devolvió el dinero, alegando que lo retenía en favor de no colgarle después de muerto como era costumbre.
3 de Julio de 1886. A las cuatro de la tarde tuvo lugar el fusilamiento de Gregorio García de Echave en el lugar donde es hoy la casería de Sola (?) en el camino Real para Vitoria.
Le asistió en el trance el Padre Valentín de Urtaza, Guardián del Convento de San Francisco. Había saltado de la ventana del oratorio del Conde de Monterrón estando en capilla y un centinela le hirió en una pierna en la huida, de modo que le llevaron al último suplicio en unas andas.
16 de Noviembre de 1816. D. Santiago Elías de Aranguren, Conde Monterrón y a la sazón alcalde de Mondragón, fue tiroteado al retirarse a su casa, después de realizar la ronda nocturna junto al puente de Zarugalde a escasos metros de su casa. Las heridas causadas por el disparo de dos cartuchos loberos no le causaron la muerte instantánea sino que trasladado a su vivienda fue atendido durante dos días hasta que falleció. Se siguió una ruidosa causa en la que se tomó declaración a casi todo el pueblo, pero no se pudo determinar con exactitud el verdadero responsable. Sin embargo fueron detenidos y encarcelados durante casi 6 años Santiago de Nuarbe (quien perdió enteramente la vista) e Ignacio Uribesalgo como sospechosos, sin pruebas definitivas. En 1822 fueron liberados ambos y condenado a pagar 50 ducados de multa el entonces alcalde José Mª Berrosteguieta por no tomar declaración al herido Conde mientras estuvo con vida.
En alguna medida, estos hechos sanguinarios -mínima parte de los documentados- acaecidos en nuestro pueblo a lo largo de la historia junto a otros muchos actos heroicos y sacrificados que igualmente sucedieron son los que a la larga han contribuido a forjar nuestro carácter mondragonés.
Claros y oscuros. Como la vida misma. 
Nada nuevo bajo el sol que, diría el filósofo.

Egile: Jose Angel Barrutiabengoa (AZE).
Argazkia: http://luisantoniodevillena.es/web/wp-content/uploads/carnaval-en-la-edad-media.jpg

martes, 10 de marzo de 2015

VALLE DE UGARÁN





El pasado día 17 de Febrero, se cumplieron 662 años de la agregación a Mondragón de la “aldea de Garagarza e aldea de Udala e Erenusqueta e Isasigaña, caseríos de Garagarza e Guesalíbar Uribarri e Oleaga”.
Según un interesante documento que se conserva por partida doble, en el Archivo Parroquial y Municipal de Mondragón. En tal día se reunieron en la iglesia parroquial de San Juan Bautista de Mondragón los representantes de ésta villa y los de los barrios y núcleos menores arriba mencionados (que hasta entonces se mantenían independientes) para acordar su anexión.
¿Causas de éste cambio de estado en el régimen civil (en los asuntos eclesiásticos continuaron independientes) de los cuatro barrios que conformaban el valle llamado de Ugarán? 
Nos lo señala el documento que comentamos: La indefensión en que se encontraban frente a los “ricos homes e cavalleros e escuderos poderosos que biben e entran en dicha tierra e en la comarca”, cometiendo toda clase de atropellos: “robos e males e dannos e desaguisados” por lo que los pobres aldeanos vivían “en servidumbre escura e muy desaguisada”.
No olvidemos que por esa época precisamente iba a hacerse tristemente célebre el Señor de la Torre de la vecina aldea de Barajuen (Aramayona) terror de la comarca, quien no vacilaba en colgar de las almenas de su castillo-palacio a aquellos valientes que tenían el coraje de oponerse a sus designios.
Resultaba natural que los “jauntxos” de aquel tiempo con la fuerza que les proporcionaban sus mesnadas de aventureros a sueldo, hicieran víctimas de sus tropelías a los núcleos de población más débiles.
Al avecindarse con Mondragón, los habitantes del valle de Ugarán pretendían -y sin duda lo consiguieron- que ésta villa, entonces poderosa y con muchos privilegios reales, los defendiera y pusiera coto a las devastadoras incursiones de los banderizos.
Curiosamente pocos años más tarde esta anexión estuvo a punto de deshacerse, según se deduce de un documento existente en el Archivo Municipal (1). 
D.Beltrán de Guevara Señor de Oñate, a quien el año 1374 el rey Enrique II, concedió el señorío del Valle de Léniz, decidió emplear toda su influencia en separar de Mondragón a las cuatro anteiglesias, seguramente para ampliar a ellas su señorío. La Villa de Mondragón, recurrió ante el rey haciéndole presente  que “recibirían en ello gran daño e que se despoblaría la dicha villa”. Enrique II accedió a lo solicitado por el Concejo mondragonés, ordenando que “non consintades al dicho D. Beltrán nin a otro alguno que les ponga embargo alguno en ello” (es decir, continuar siendo mondragoneses). Éste documento está fechado en Burgos a 24 de Febrero de 1367.
Esta determinación real fue confirmada por el mismo monarca en 1371 y por Juan I en 1379.
Acatando las citadas órdenes, las propias anteiglesias otorgaron escritura de sumisión el 30 de Diciembre de 1406, cuyo ordenamiento se ha observado inalterable hasta nuestros días.



(1) Carpeta de pergaminos.

martes, 3 de marzo de 2015

Troilus de Mondragón en Bretaña


En el Museo Departamental Bretón de Quimper se conserva un sepulcro tardo-gótico muy suntuoso, con abundante decoración heráldica, que tiene como yacente a un caballero vestido con armadura. Es conocido como Troilus de Mondragón.




La historia de su conservación resulta muy interesante, porque fue fruto de la “movilización popular”. El sepulcro lo vendió su propietario M. La Couture en 1923 a unos anticuarios parisinos. El temor de que Bretaña perdiera dicho monumento hizo que la Sociedad Arqueológica del Finistère emprendiera una gran campaña de recogida de fondos para su compra en 1925. Su esfuerzo culminó con éxito, ya que hoy es visible en un museo bretón, gracias a las aportaciones económicas de muchos miembros de la nobleza europea y también de la sociedad bretona.
Los orígenes familiares del tal Troilus de Mondragón no están claros. Aunque sí lo está que el sepulcro se elaboró en vida y que allí fue enterrado en 1543. Son dos las hipótesis que barajan los historiadores. Por un lado, se cree que pudo ser hijo de Jean de Mondragon, vizconde de Loyaux y capitán de Rennes y de Nantes en 1510.
Sin embargo, la hipótesis que goza de más aceptación lo hace originario del País Vasco. Se piensa que su padre, Antonio de Mondragón, pudo arribar a las costas bretonas en 1488 ó 1490, en una de las dos expediciones que enviaron los Reyes Católicos a la conocida como “guerra loca”, donde se enfrentaron el duque de Bretaña y el rey de Francia con sus respectivos aliados. Las tropas castellanas acudieron en apoyo de Ana de Bretaña, que terminaría casándose con el francés en 1499.
Podría respaldar el origen vasco y mondragonés de nuestro Troilus la conocida como “Bretainiako kantorea”, canto en euskera de finales del siglo XV, en el que se narra una expedición, al mando del conde de Salinas, que salió del puerto de Pasajes con destino a Bretaña, después de juntarse en San Sebastián. La mayoría de los embarcados procedían de Gipuzkoa, aunque había también vizcaínos. Retornaron después de un rotundo fracaso en 1491.
Los vascos, al parecer, estaban muy interesados en afianzar sus intereses comerciales en Bretaña, frente a los franceses. El comercio entre el País Vasco y Bretaña era por entonces muy activo. Los mercaderes vascos llevaban las naos cargadas de “paños de grana e de lana e tapiçería merçería, cueros, estaño e plomo e otras muchas e diversas mercaderías”. De Bretaña volvían cargados, sobre todo, de trigo con el que hacer pan, ya que el País Vasco era deficitario en este cereal.
Las fechas barajadas no permiten aventurar que Troilus fuera uno de los que salieron con rumbo a Bretaña. Su padre Antonio de Mondragón, en cambio, sí pudo haber marchado y no regresar. Si estuviéramos en lo cierto, llevó el nombre de Mondragón a Bretaña. Su hijo, con su sepulcro, lo elevó hasta ser considerado por los bretones como suyo, participando de su propio patrimonio cultural.

Bibliografía:
E. Carrillo-Blouin, "Troilus de Mondragón: Pistas de investigación para un caso de integración social y cultural temprana. Presencia del País Vasco español en Bretaña durante el siglo XVI", Sancho el Sabio, 25, 2006, p. 233-250. 
"El cantar de Bretaña" (un poema inédito de fines del siglo XV en la lengua vasca), Fontes linguae vasconum: Studia et documenta, 19, 1975, p. 43-70. (A. Otazu).

Ana Isabel Ugalde Gorostiza (UPV-EHU)


Ana Isabel Ugalde Gorostiza (UPV-EHU)