Sí, ha surgido una nueva
especie cuya similitud con el Homo Sapiens es palmaria, pero que presenta unas
características peculiares y claramente diferenciadoras que la alejan del
mismo.
Si bien a lo largo de gran parte de su vida no
existe diferenciación entre ambas, es en el último tercio de la misma,
especialmente a partir de los 65 años en los últimos años se viene apreciando un claro
descenso de esa edad cuando se manifiestan de una manera explosiva los
primeros síntomas de la transformación.
En su aspecto exterior continúan siendo
indiferenciables del resto, por lo que nadie advertirá la mutación hasta
comprobar sus sorprendentes resultados.
A partir de la citada edad, o antes como hemos visto,
el homo sapiens hasta ese momento mayormente
trabajador, comprometido, familiar, asentado y algo agobiado, comienza
una brutal metamorfosis activada por algún desconocido mecanismo interno que le
obliga a salir, moverse, desplazarse, viajar en una vorágine sin sentido cual
pollo sin cabeza.
Su resistencia física es comparable a los atletas
olímpicos, siendo capaces de transportar y manipular pesadas maletas y trollers
largas distancias sin aparente esfuerzo. Su organismo se adapta vertiginosamente
a la nueva situación. El aparato digestivo se refuerza y fortalece hasta el
punto de digerir cualquier materia imaginariamente alimenticia. La circulación
mejora de tal manera que les permite largas paradas ante las supuestas
maravillas. El aparato locomotor se reactiva consintiendo prolongadas caminatas
tras las sufridas guías turísticas.
Esas características y desplazarse siempre en grupo
las convierte en invencibles fuerzas invasoras, de hoteles, comercios y
transportes.
Resulta estremecedor contemplarlas en cualquier
sufrida ciudad o paraje tras el erguido paraguas de la guía turística recorrer
un trazado que otros muchos congéneres suyos han dejado marcado con
anterioridad. Ello les provoca un apetito voraz por lo que su aparición en el comedor
del hotel puede resultar escalofriante, ocupan grandes espacios que
inmediatamente se llenan de hambrientos y ruidosos susurros y comentarios. El
servicio conocedor de sus costumbres ha preparado un sólido menú que es
devorado de inmediato, cual plaga de langosta en trigal. Un breve receso para
afilar los colmillos de sus poderosas mandíbulas y nuevamente en marcha tras el
paraguas.
A continuación transcribo un fragmento de
conversación de sobremesa, escuchada furtivamente a dos mutantes tras ingerir
un bistec que Charlot en la “Quimera del oro” hubiera desechado.
-...¿Qué os ha parecido la comida
-¡Muy bien! ...¡Jo!. Tenías que haber visto la que
nos dieron el mes pasado en Lanzarote.
-¿..eh Carmen? casi no pudimos ni tragarla. No, si no digo que esté mala. Es solo que me estoy
arreglando la dentadura y…
-Pues en Croacia nos sacaron un plato de carne negra
que hubiera acabado con tu dentadura. Menos mal que el postre y aquel vino
extraño ayudaron a hacer argamasa. ¡Que si no...!
-Pues a mi en Italia, me
sacaron un pescado casi crudo que casi se veían mover a los anisakis
-¿Y te lo comiste?
-¡Hombre claro.!
-Pues nosotros el sábado salimos hacia Benidorm...
Sí, desde luego es una nueva especie. Atentos a ellos que, cada vez son
más.
Jose Angel Barritiabengoa
AZE kidea
Jose Angel Barritiabengoa
AZE kidea
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